Algunas publicaciones en nuestro grupo de apoyo a la cistitis recurrente han destacado recientemente la necesidad de mencionar claramente la histerectomía como factor de riesgo de la cistitis (incluida la cistitis postcoital).
Cada vez son más las mujeres que se someten a esta operación parcial (extirpación del útero) o total (extirpación de todo el útero, trompas de Falopio y ovarios) para gestionar la adenomiosis o endometriosis infiltrante profunda, el riesgo tumoral, los problemas oncológicos o el prolapso avanzado.
En estos contextos, la cistitis suele parecer un problema menor («menos grave») a los ojos del personal de enfermería, que a veces no se toman el tiempo de explicar que las infecciones urinarias pueden aparecer y cronificarse tras una histerectomía, por una serie de razones que son consecuencia directa de la operación.
Veamos, pues, los mecanismos que relacionan esta operación con las cistitis agudas y recurrentes.
La extirpación del útero crea un «vacío» anatómico en el suelo pélvico. Por tanto, los órganos restantes se reorganizarán en este espacio y tenderán a acercarse (como si se deslizaran) – hablamos de milímetros, por supuesto.
La proximidad de la última porción del colon y la vejiga se asocia a una ausencia de un obstáculo “físico” entre estos dos órganos (el útero que ha sido extirpado).
A estos cambios anatómicos se añade el estrés corporal provocado por la anestesia, la propia intervención quirúrgica, la terapia de cobertura con antibióticos durante y/o después de la operación, el estrés/ansiedad, etc.
También es frecuente que la histerectomía vaya acompañada de una menopausia repentina inducida por terapias hormonales. En otros casos, las mujeres que se someten a una histerectomía ya son menopáusicas.
En conjunto, estos factores constituyen factores de riesgo objetivos de disbiosis vaginal e infecciones urogenitales oportunistas tanto por subida cuanto por migración bacteriana.
Además, las relaciones sexuales – debido a la fricción y a las posibles alteraciones del ecosistema vulvovaginal, y también en virtud de la gran proximidad anatómica entre la vejiga y el intestino durante el coito – constituyen otro factor de riesgo (precipitante) de la cistitis.
Ante una situación tan delicada, hay que tomar varias medidas preventivas:
-> desde el punto de vista intestinal: evitar absolutamente ralentizar el tránsito
-> desde el punto de vista vaginal: comprobar el estado de la flora de Döderlein (exudado vaginal) y utilizar probióticos locales y cremas hidratantes
-> desde el punto de vista de la vejiga: inhibir la adhesión bacteriana* y combatir la presencia de biofilms
-> en el momento del coito: aplicar una serie de medidas específicas para neutralizar las posibles vías de paso bacterianas
*el consumo de D-Manosa es especialmente útil en esta estrategia siempre que:
– se combine con las demás medidas necesarias para obtener un beneficio óptimo
– se utilice con los productos adecuados y en las condiciones adecuadas
Si te encuentras en esta situación y desesa recibir un régimen de dosificación adaptado a tus necesidades para alcanzar los objetivos mencionados, ponte en contacto con contacto@deakos.com